15 enero, 2007

No

No soy fuego fatuo,
no me dejes arder
en vano.
No te sueltes de mi mano
ni me dejes fuera.
Que todas mis postreras
promesas
he de cumplir
antes de fin
de la vida.
No me dejes, querida
hablando solo,
no cierres tu oídos.
No permitas que el olvido
tan sólo se recuerde.
No permitas que este verde
estío
se haga otoño
sin darme tu retoño
que tanto ansío
en mis sueños redivivos
por tus pecas
y tu pelo.