18 julio, 2007

Y me regales la alegría

Afanoso deseo tus brazos
en este fulgurante ocaso
de un invierno tan frío.
Yo que he sido río,
nunca el mismo
y nunca quieto,
hoy experimento
inquietud cuando estás lejos.
Ahora acaso soy pradera
donde pastan las otrora fieras
de mi pasado.
Ahora soy arado manso
que ayer fue cruel espada
y paciente paso
las horas muertas
en espera que la puerta
se abra a tu presencia.
Al tiempo pido clemencia
y que acelere los relojes
para que llegue la noche
y me regales la alegría.