08 febrero, 2006

Ocaso

En el crepúsculo quedo
la inquietud de mis dedos
rompe la monotonía
del ocaso.
Que la cruel agonía
de no tenerte en mis brazos
deja a mis manos desnudas
e inútiles,
con fútiles dudas
y la tonta premura
de sentir tu tacto.
Por eso es que tanto
quiero tenerte a mi lado
y loco me escapo
de mis soledades.
Y tu recuerdo invade,
persuasivo, mi mente
en una urgente
agonía.
No te vayas de mí,
querida,
en este ocaso
que el sentido de mi vida
es eternizar mis días
en tu regazo.