24 noviembre, 2005

Jures y perjures

Las leyendas que cuentan mis versos
evocan de tu boca los besos
que traen consigo.
Y en este inédito desvarío
intento con supremo tino
asirlos y hacerlos míos para siempre.
Las leyendas que cuentas mis poemas
a duras penas pueden contigo.
Y te sostengo a fuerza de rimas
medio tuyas y medio mías
y por la fuerza del cariño.
Cada noche un poema
y al día siguiente las penas
se borran con más poemas,
prosas y palabras de poeta.
Todos los días promesas
que mañana serán viejas
y pasado olvidadas,
para volver a prometerlas
la próxima semana
y acaso un día poder cumplirlas.
La sirena sostenida
por los cantos del navegante
que siempre errante
encalló en sus rocas
y como pocas sus coplas
y las notas de su música
hicieron de la abúlica
criatura de las aguas
una mujer nueva
llena de esperanzas.
Las leyendas que escriben mis dedos
hacen de los sueños
acaso realidades
que nunca serán tales.
Pero es tan dulce el canto
que el probable quebranto
de tantos juramentos
no traen lamentos
sinó suspiros.
¿Quién sabe los milagros
que nos esperan a futuro?
¿Quién no ha visto en lo oscuro
la luz que en tantos años
fue tan esquiva?
De un segundo a otro la vida
se da vuelta
y de vez en cuando ella
nos muestra una sonrisa.
Por eso te pido que te apures
y jures y perjures
en interminables promesas
que es justo esa
la meta de tu vida.
Querida mía, dame esperanzas
que entre denuestos y alabanzas
del mundo que nos trajo a este mundo
y del mundo privado nuestro,
me esperarás contenta
con la mesa puesta
y una buena cena.
Y que así será siempre nuestro encuentro
y así será nuestra familia.