18 noviembre, 2005

Plegaria

Que los dioses me eviten
penas y quebrantos,
que nunca más tu llanto
aflore por mis obras
y que mi amor,
que siempre te asombra,
te sostenga en sus manos
que mudas te nombran
cuando tocan tu ausencia.
Que la imperceptible marea
de un día cualquiera
te deje en mi playa
y que nunca más te vayas
de mi vida.
Ojalá que mi suerte
no conozca la muerte
sin habernos amado antes.
Y que deje este mundo
como testimonio rotundo
de veraz existencia
una descendencia
compartida.