10 noviembre, 2005

Lebreles

Me persigue el deseo
como perros lebreles
en los largos breteles
de tu vestido.
Dudo haber tenido
alguna vez tanto apremio,
sólo se me antoja el premio
tan ansiado de tu cuerpo.
Engaña a mis sentidos
tu figura,
a veces de luz,
otras a oscuras,
pero siempre urgente.
Es tan recurrente
el ataque de tu carne
que hace que desangre
mi alma herida.
No te vayas nunca,
querida,
que sin vos mi vida
es sólo contingencia.
No me des indiferencia
a cambio de mis ruegos,
que sin vos no quiero
seguir vivo.