08 noviembre, 2005

Lacrimosa

No puedo dejar
de escribir cosas tristes.
Es que tantas veces me dijiste
que no es amor sino cariño
que ya debo dejar
de hacerme el distraído
y mirar para otro lado
cuando mi costado
sangra solitario.
Y hasta el diario
de la mañana clama
en sus letras de molde
que tu discurso no esconde
tu intención del día a día.
No puedo ser tan necio
de ver el trapecio
como tierra firme.
No puede siempre hundirme
en mis tontos sueños
de en un futuro enamorarte
cuando la magia y su arte
hoy me suenan a cuentos chinos.
Y parece que mi camino
apenas roza el tuyo
y que en mi tonto orgullo
por saberte mía
es sólo arrullo de mis ganas.
La cruel verdad, con saña,
de un cariño me habla
que mi amor espanta.
Siempre es tanta
y tan grande mi dicha
que me desentiendo.
Pero hoy me alcanza
con tardanza
la sabiduría efímera
que el tiempo y la distancia
entre tu alma y la mía
es tan enorme
que nunca estarán unidas.
Lacrimosas poesías
escribo esta noche
de derroche de tristezas,
de tanta amarga certeza
y de tantas dudas.