09 noviembre, 2005

Por no estar contigo

Ebrio corazón tan triste,
tan lleno de culpa
y de alcohol.
Y un sopor
que sube por las piernas
hace que pierda
la conciencia.
Total, para qué estar alerta
si la puerta
antes abierta
se cerró en mis narices.
Para qué tocar heridas
que todavía
no se hicieron cicatrices.
Y las perdices
de los cuentos
bailan contentas
porque no serán la cena
de los finales felices.
Ya que borracho
de vino y de pena,
lloro en éste poema
mi martirio
por no estar contigo.