18 enero, 2006

Qué bella mujer

Qué bella mujer,
qué bella mujer,
con cuanta hermosura me ves.
No puedo enfrentar tus ojos
impasible
y tu mirada imposible
hace de mis despojos,
mariposas.
Si hasta las ufanas rosas
mueren de envidia
cuando se estremecen los días
envueltos en tu brillo.
Te llenaría de ofrendas
dignas de una diosa o una reina
pero en mis bolsillos
llevo poco más que mis manos
y mis pobres regalos
no son más que palabras.
Por eso necesito que abras
tu alma a mis ruegos
y veas que tus agujeros
puedo sanar con mis besos.
Y el adiós perverso
será cosa que se olvida
y la magia
sucederá todos los días.
Que no tengo otro tesoro
para darte que mi vida.