11 enero, 2006

La gracia dada por la vida

El desencuentro
ya no es un espectro
tan temible.
Ahora lo imposible
parece al alcance de la mano.
Es por los cuidados
y esmeros puestos
por nosotros
que los monstruos
emprenden la retirada.
Es la gracia dada
por la vida,
que luego de las heridas
nos presenta la cura.
Y entre las inseguras
jornadas venideras
puede ser cualquiera
la que depare la sorpresa
de que tu alma presa
de soledad y hastío
quiera ser muy libre
y abrirse al desafío
de abolir temores
y entre intensos fulgores
entregarse a otra alma.

A veces las palabras
que suenan contradictorias
cuentan bien la historia
si se quiere entenderlas
y hacen que se pueda
soñar con un futuro
distinto del pasado.
Un futuro siempre esperado
y acaso
alguna vez temido,
pero bienvenido,
secretamente anhelado.
Un futuro enamorado,
lado a lado
para ser felices.
Y no sé si las perdices
asistirán al banquete,
pero el para siempre
se me antoja tan exacto
en este acto
de contar mis sueños
tan intensos y extraviados
que hoy parecen haberte encontrado.