10 septiembre, 2005

Fábula de la sirena y el poeta

Había una vez
una mujer con cola de pez
que charlaba con un poeta
y entre el sol y las estrellas,
entre prosas y rimas
sus almas se hicieron amigas.

Él en su navío
y ella en sus rocas
hablaron del amor
y de las cosas
que felices los hacían.

Por supuesto,
tanto mar y tanta poesía
los llevaron al beso
y aligeraron el peso
de sus soledades.

No quisieron darse cuenta
que ambos eran presos
de sus mundos diversos,
distintos aunque no opuestos.

Una tarde el loco vate
llegó a la roca de su amada
y entre la sal y la espuma,
oculto entre la bruma
encontró un mensaje
de despedida que decía:
"ya basta, se acabó el sueño,
yo soy libre y sin dueño
y tú sólo un hombre
al que la muerte pisa los talones".

Inútil contar cada triza
y toda la ceniza
de sus pobres corazones.
Pero más vale que sepamos
que son imposibles ésas uniones
por los siglos de los siglos.

Lo extraño es que el poeta
después de tanta lágrima
sigue sonriendo
y dice que valió la pena
pese al sufrimiento.

De la sirena no se sabe mucho
aunque de tanto en tanto escucho
la historia que se dedicó
a escribir poemas
que canta luego
en medio del océano.