24 julio, 2006

El alborozo de despertarnos juntos

Tu sollozo
y tu respiración entrecortada
hacen que mi reposo
deje la almohada
para cruzar a nado
el río de tus lágrimas.
Y ese despertar abrupto
y sobre todo inesperado
es un salvoconducto
para visitar tu alma
llena de temores.
Y parece que las flores
frescas de al lado de la cama
poco hacen con tus fantasmas
que empañan la alegría.
Y no sé como explicarte
que toda mi vida
te he buscado.
Y no sé cómo contarte
de nuevo
que mis planes a futuro
son siempre a tu lado.
No llores en la noche,
por amor te imploro,
que el atroz derroche
de tu lloro
entristece mi esperanza.
Ahora que la balanza
de la vida
tenaz se inclina
hacia la dicha,
ahora que mi semilla
urgente busca
tus campos verdes,
y todo lo que sucede
parece suceder
casi por milagro,
un milagro que a diario
une y enamora.
No despiertes a deshoras
envuelta en la bruma,
que tu temor me abruma
y me contagia.
No desees la nostalgia
de extrañar un día
la maravilla
que hoy es tan presente.
Y en nombre de los ausentes
males que te atormentan
te pido que tu alma abierta
para mí nunca se cierre.
Quiero hacerte feliz
constantemente
y con todo mi cuerpo y mente
es lo que persigo.
Bien sabés que nuestro destino
se hizo bueno casi de la nada.
Dejá que nuestras almohadas
velen por el reposo
que antecede al alborozo
de despertarnos juntos.