22 junio, 2006

Voy

Voy hacia vos
con el arrojo
de saberme amado.
Voy hacia vos
con el sabroso
placer de ser bienvenido
y de saber que todo
lo vivido
que fue tan triste
murió desde el día
que dijiste
vení conmigo.
Y en mi ida dejo todo,
que mi único tesoro
es ahora tu cariño.
Y el postrero legado
que mi cuerpo helado
dejará a su muerte
será la enorme suerte
de haberte encontrado.
Voy hacia vos
y así construyo
lo que mi alma
con orgullo
rendirá cuentas
en la otra vida.
Y allí te buscaré
o tal vez espere
también para la alegría
más allá del fin
de nuestros días.
Voy hacia vos, querida
y nunca una ida
fue tan victoriosa.