01 noviembre, 2005

Malhadada suerte

Sos una mujer maravillosa
y tal vez no merezcas
la malhadada suerte
de un espíritu tan tenaz y fuerte
como el tuyo
que te enfrente
con mísero orgullo
y se quede
cuando todos huyen.
Tal vez deba abandonarte ahora
cuando toda demora
parece peligrosa.
Y como están dadas las cosas
suena inteligente
escapar prontamente
en defensa propia.
Pero si he de ser coherente,
te digo que no puedo
y que me quedo
a luchar por lo que es mío.
Y con Dios como testigo
que he de vencer
o morir en el intento.