14 agosto, 2006

La casa huele a vos

En el frío de la tarde
mi alma está que arde
y son sus llamas fuego
que encienden tus aromas
que dejás en las ropas
de la cama
y en toda la casa,
palmo a palmo.
Yo como un sonámbulo
la recorro ardiente y aterido
que el fuego y el frío
se disputan mi carne,
la misma que hace alarde
de unirse con la tuya
y lograr de ella los espasmos
que nos estallan en vida.
La tarde está gris
y recién llovida
y la casa huele a vos
y a tu maravilla.