08 agosto, 2006

Indemne

Mi sueño de pasar indemne
por tus garras
es algo que aguarda
aún su tiempo.
Y ante cada contratiempo
el viento se hace tempestad
que destroza sin piedad
mis velas,
y quedo a la deriva.
Y no sé si es más suicida
no decirte nada
y que pase la tormenta
e intentar abrir la puerta
de tu corazón de a poco,
o endurecer el rostro
y confesarte que me duele.
Y como quiera que lo intente,
el diálogo es imposible
e insufrible el instante.
No sé con que talante
hacer frente a la fiera
y de que manera
seguir vivo.
Tantas veces te he pedido
que recuerdes quien soy
en tu ira,
pero es obvio que las heridas
te duelen mucho
y borran tu memoria.
Entonces soy escoria
y el enemigo
digno de venganza
y pierdo la esperanza
de cruzar ileso
por tus garras,
y mi alma sangra
en su desespero.
Cómo me gustaría ser perfecto
y que mis planes no se hundan,
pero siempre abundan
los imprevistos.
Y quiero estar siempre listo
y siempre alerta,
pero en esta vida nuestra
yo también soy un pasajero
que enfrenta el derrotero
del azar en su capricho
y soporta los imprevistos
de la misma manera
que la fiera
que habita en tu alma.
No siempre guardo calma
cuando mi alma se tortura
y no siempre la locura
se deja vencer muy fácilmente.
Ojalá que tus ojos interpreten
con amor este discurso
y ojalá que lo que Dios dispuso
no lo indispongamos
por impaciencia.
A pura y fiel conciencia
al cielo le suplico
que estas palabras que te dedico
con dolor y con amargura
me aten de nuevo a tu cintura
y en paz me duerma luego.