22 septiembre, 2005

Apología de un tonto


Pequeñas dulzuras
(casi mezquinas)
voy a darte
y en dosis mínimas
tal vez no te empalaguen.
A veces lamento
que mi musa vuele tanto
y que mis sueños de poesía
en lugar de placer
causen espanto.
Mediré cada palabra,
cuidaré cada vocablo.
No quiero que te vayas
por hablar yo tanto
que puedo igual callado
gozar de tu presencia
y sin llegar a indiferencia
distraeré un poco
mis sentidos.
Acaso así te permita
ser más suelta
y más tranquila.
Me arrepiento de haberte
dicho todo lo dicho
y de invocar tanto futuro.
Siempre remontar
cuestas es duro
pero te hago la promesa
que ya no estarás inquieta
y que no serás invadida
por mis delirios de poeta.
Trataré de hacer tu estadía
más amable
y no insistir con porfía
en el error imperdonable
de perderme en fantasías
tontas y volátiles
que quiero bajar a tierra
para disfrutarte.