31 agosto, 2006

Refugiados en tu cuerpo

El fulgor de la luna
errabunda
se cuela por los resquicios
de la persiana
y en los precipicios
de tu cuerpo
abandonado en la cama
te dibuja como un tigre.
Y Dios me libre
de la furia de tus garras,
pero doy todos mis mañanas
por tu ronroneo.
Aún es un peligro inmenso
pasar con vos la noche,
pero el insomne
avatar de velar tu descanso
le da a mis brazos
la fuerza de cien hombres
y con sólo repetir tu nombre
como un rezo profano
logro que mis manos
se atrevan a tocarte.
Como quisiera darte
en esos momentos
mi amor como portento
que celebre tu milagro.
Y así al fin me duermo.
Y cuando mis ojos abro
al otro día
veo que mis sueños
no fueron fantasía
y que duermen conmigo
refugiados en tu cuerpo.