22 diciembre, 2005

Que tanto me fascinan

Disfruto hasta de tus tormentas
y aún con las heridas abiertas
mi corazón se regocija.
No busco una niña prolija
sino una mujer de fuego.
Es por eso que no ruego
que escondas las garras
y mi carne se desgarra,
pero feliz, entre tus uñas.
Tu furia no perdura
y en mi locuaz locura
le dedico este poema
a tu genio y figura
que tanto me asustan
y tanto me fascinan.