21 octubre, 2005

Devaneo de un ateo que cree en milagros

No puedo sacar
mi cuerpo de tu cuerpo,
no puedo olvidarme de vos
ni recordar ahora
que estuve muerto
en vida
y al encontrar
tu preciosa compañía
descubrí que mi corazón
aún latía
y que la razón que tantos dioses
había negado
estaba equivocada.
Un obsequio divino,
un designio,
un cachetazo a mi ateísmo.
Apareció el amor
y con él se derrumbó mi mundo,
mi filosofía
me ha quedado chica.
Ahora me domina el sentimiento
y el deseo urgente.
Camino entre la gente
como un ángel pisando nubes
y no hay cosa que perturbe
mis sueños y fantasías
que por obra divina
estamos juntos.